España cuenta con una gran extensión de litoral, muy diferente entre las diferentes zonas (Atlántico, Cantábrico y Mediterráneo), lo que unido a la acción de los mares y el viento ha dado lugar a varios tipos de costa y a la aparición de diversos accidentes geográficos. Uno de ellos es el delta.

Bahías, cabos, rías, albuferas, tómbolos, estuarios, rasas mareales... son muchos los accidentes geográficos que se pueden encontrar en nuestro país y que constituyen paisajes y formas de gran interés. Es lo que sucede con los deltas, que se definen como: 

"Zona de acumulación de sedimentos fluviales que se forma en la desembocadura de algunos ríos cuando las mareas son débiles y la acumulación de aluviones supera a la erosión".

Así lo define el Instituto Geográfico Nacional (IGN), que también explica que recibe este nombre por su disposición triangular, similar a la letra griega "delta" mayúscula (Δ), que suele adoptar. 

Concretamente y entendiendo esta definición, se entiende que el delta es una estructura convexa que se alarga frente a la costa y que se origina por el aporte de material sedimentario proveniente del río en su desembocadura. 

Por tanto, para que se forme un delta, el aporte de material que ofrece el río debe ser mayor que la capacidad que tiene el mar para erosionarlo mediante las mareas y las corrientes, como indican desde el IGN. 

Sin embargo, en España tenemos un gran ejemplo, el delta de l'Ebre o delta del Ebro, que forma uno de los accidentes geográficos más espectaculares de nuestro país. 

Este está formado sobre el mar Mediterráneo y su ubicación se encuentra dentro de la provincia de Tarragona, en Cataluña. En el siguiente mapa se puede observar muy bien la forma que ha tomado esta zona debido a la formación del delta del Ebro.